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EDICIONES ARLEQUIN

Caracas, Venezuela

EL BACHIANO

for flute quartet (3Cfl, 1Gfl)

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Composer: Raimundo Pineda

Scores and particellas in PDF format

3.48 min

25 pages

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price: US$16.50

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For flute quartet (3Cfl, 1Gfl) / para cuarteto de flautas (3 Flautas en C, 1 Flauta en G) 

 

 

The Bachiano was written for the Venezuelan maestro Jose Antonio Naranjo, pillar of the flute school in my country. When I was a child, I was his pupil. He taught me to love, among other things, the traditional music and to make it an inseparable part of my identity as a musician and as a person. The first part of the piece is a Venezuelan national dance (Joropo) with Bach style, with melodic twists that makes us remember the great German genius. Though it's possible to execute thinking about the tempoes of a baroque dance it's necessary to have in mind that the Joropo is a dance, in which the tempo must not be very slow. The central part is very calmer, like a melancholic fantasy, if it's wanted. This interlude slowly shows the Joropo up to leading it in the middle of acelerandos and spasms to the awaited refrain, where the music acquires a very much faster tempo in which the singers of the Venezuelan east improvise comparing their talent with the mandolin players and the performers of the "cuereta", type of accordion that it’s a leader voice in the oriental folk music of Venezuela. The virtuosos arpeggioes tests the ability of the improvisers and take the dancers to the paroxysm.

 

El Bachiano fue escrito para el maestro venezolano José Antonio Naranjo, pilar de la enseñanza de la flauta en mi país. Cuando niño fui su alumno y me enseñó, entre otras cosas, a amar la música tradicional y a sentirla como una parte inseparable de mi identidad como músico y persona. La primera parte de la pieza es un joropo con aires bachianos, con giros melódicos que recuerdan al gran genio alemán. Aunque se puede ejecutar pensando en los tempos de una danza barroca no hay que olvidar nunca que también es un joropo y como tal el tempo no debe ser muy lento. La parte central es una fantasía más tranquila, melancólica si se quiere. Este interludio poco a poco va destejiendo el joropo hasta conducirlo en medio de acelerandos y espasmos al esperado estribillo, donde la música adquiere un tempo mucho más veloz en el que los cantadores del oriente venezolano improvisan careando su talento con el de los mandolinistas y los ejecutantes de la “cuereta”, especie de acordión simple que aun lleva la voz cantante en gran parte de la música oriental del país. Los arpegios virtuosos ponen a prueba la agilidad de los improvisadores y llevan a los bailadores al paroxismo.

 

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